María Silva Cruz, la Libertaria

Poco Quemamô

POCO QUEMAMÔ

"Tengo todo el derecho a quemar y a romper. No le voy a pedir permiso a nadie, porque yo estoy rompiendo por mi hija. Y la que quiera romper que rompa, y la que quiera quemar que queme, y la que no, que no nos estorbe.”

Yessenia Zamudio

Este grito es nuestro punto de partida.

Pero no hablamos solo de feminicidios. Hablamos de vidas enteras bajo asedio: de Gaza a Granada, del campo andaluz a los CIEs, de las casas desahuciadas a los cuerpos explotados. Nos matan de muchas formas, y luego nos exigen silencio, moderación y pedagogía.

Pues no. No más pedagogía. Fuego.

“Poco quemamos” no es nostalgia de barricada: es constatación de hartura. No es metáfora: es una frase cargada de pólvora, de digna rabia organizada. No estamos quemando por capricho: estamos respondiendo a un sistema que lleva siglos ardiendo sobre nosotras.

Con este diseño hacemos tributo a María Silva Cruz, la Libertaria.

María nació el 20 de abril de 1915 en una familia jornalera y anarquista de Casas Viejas, Cadiz; con diecisiete años escapó, envuelta en llamas, de la choza de su abuelo Seisdedos durante la masacre del 10-12 de enero de 1933, convirtiéndose en la única superviviente adulta de aquel incendio provocado por la Guardia de Asalto ordenado por el gobierno de la II República.Tras un periplo de cárceles y militancia, fue detenida de nuevo y fusilada el 24 de agosto de 1936 cerca de la laguna de La Janda; su cuerpo jamás fue identificado, pero su nombre prendió como yesca en la memoria libertaria.

Y la memoria de María no viaja sola. La cruzan las palabras de Pastora Filigrana, que nos alerta de un feminismo que no cuestiona la frontera ni el capital; de Remedios Zafra, que muestra cómo la precariedad secuestra incluso el deseo de luchar; de Rocío Medina, que señala que el feminismo andaluz será des-colonial o será folclore institucionalizador;  y de Irantzu Varela, que sin pedir permiso dice que la rabia no es un defecto, sino “la gasolina más revolucionaria que tenemos”.

Este fuego no es espectáculo: es consecuencia.

Estamos hartas, nos hemos cansado de esperar. Nos organizamos para prenderlo todo: el Parlamento, los discursos vacíos, el sistema que sostiene la masacre.

Este diseño tiene raíces en Andalucía, no como lugar romántico sino como territorio de desposesión, de jornal y de desobediencia, donde las mujeres han sostenido la vida mientras el poder quemaba los cuerpos que no cabían en sus normas: mujeres gitanas, jornaleras, migrantes, madres solas, obreras con acento.

La ilustración reinterpreta la obra "Encendiendo la mecha", uno de los tres carteles pintados por el pintor cordobés Julio Romero de Torres para la Unión española de explosivos en 1924, que representó el tema de las "mujeres de explosivos".

La crítica a la belleza domesticada (presente en la obra de Romero de Torres) aquí se subvierte. La mujer andaluza no es musa, es dinamita. Como nos recuerda Remedios Zafra, el cuerpo femenino ha sido convertido en escenario de luchas que no eligió. Pues bien: ahora elegimos arder, juntas, para no ser más ni ornamento ni sacrificio.

Make Andalucía Anarchist Again.


 

Camiseta feminista unisex tirantes
Ilustración homenaje a María Silva Cruz, la Libertaria, Casas Viejas

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