Amátrida, tierra libre, pueblo fuerte

Amátrida, tierra libre, pueblo fuerte


"Granada vive en sí misma tan prisionera,

Que sólo tiene salida por las estrellas."

(Habanera Imposible, Carlos Cano)

 Amátrida: Tierra libre, Pueblo fuerte

Carlos Cano decía que "uno es de donde sueña". Nosotras pensamos que Andalucía es muy difícil de soñar. Me voy o se van. Despedidas constantes en estaciones de tren inexistentes, al menos en tierras orientales. Qué lejos queda Almería de Graná. Allá por el 82, el gobierno socialista de Felipe González se encargó de levantar, traviesa a traviesa, estaciones vacías, pueblos vacíos, sueños vacíos, dejando tras de sí ausencias y añoranzas de ida y vuelta, el eterno retorno, el no lugar en todos los lugares, el cuerpo aquí y el corazón no se sabe. Es difícil soñar con un proyecto andaluz si mañana no sabes dónde irás a parar. Y si te quedas, pues a picar piedra y a comer precariedad con yerbabuena.

En estos últimos años, se habla mucho de la tercera ola del andalucismo, algo paradójico cuando Blas Infante y miles de personas siguen en las cunetas o tiradas por los barrancos. Cuando llevamos siglos esperando la reforma agraria que nunca llega. Mientras tanto, solo latifundios, fincas abandonás y una paguita para que no te quejes de que han desmantelado toda la industria.

Doñana desecada por los pozos ilegales que riegan las fresas de Europa, machacando a las mujeres que las recogen. Chabolas quemadas, mar de plástico, mar de muerte, mawt rihla, cuerpos explotados por el capitalismo, megaproyectos de oligopolios energéticos, minas abiertas, tierras envenenadas, salinas secas, cementerios de residuos tóxicos, pero parece que en Andalucía tenemos un brillo en los ojos que no se opera, aunque en ocasiones ciega. 

Es incuestionable la violencia histórica que ha sufrido esta tierra y estos cuerpos que la habitamos. Cuerpos heridos en un territorio herido, con una memoria herida. A les que tenían algo, les quitaron la tierra, la casa; a les que no tenían nada, la lengua, la risa, los bailes, las manos con las que se amaban. Y a todes, la memoria.

Recuperar la memoria es recuperar nuestras relaciones comunitarias, el agua, la tierra, el viento, el fuego, el cuerpo, los espacios habitados (dañados por empresas y gobiernos) y no para volver a ser lo que fuimos, porque nunca dejamos de ser esa morrallita de casas bajas y bloques altos. La desmemoria de ciertos sectores de esta tercera ola provoca que se les olvide que fuimos y somos andalucxs con clase, con mucha clase obrera.

A veces cuando leo lo que se escribe, lo que se dibuja, lo que se musica a ritmo y compás de drum’n’bass, me vienen a la cabeza ideas sobre el síndrome del colonizado y mi mente caótica hace un rebujito con el de Estocolmo. Otras pienso que Andalucía se mira en un espejo que le devuelve una imagen construida por quien la oprime, explota y exotiza en una caricatura obscena: la imagen del amo, el de las palmas por delante y la escopeta por detrás. Y en este contexto pienso, aunque escueza, en una Andalucía libre de Andalucía. Ser amátrida, no tener estado, soñar una tierra libre y un pueblo fuerte que no reconozca autoridad más allá del cuerpo y que no olvide la clase. Si perdemos la memoria, vuelta a empezar y la casa sin barrer y el campo sin reformar.

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